lunes, 7 de abril de 2014

Mientras tanto, en Japón (II)



En cualquier lado, mudarse de casa o departamento siempre es un proceso estresante. En Japón, parece serlo un poco menos.

¿No sería fantástico poder dejarle las llaves a la empresa de mudanzas para que se encargue del "teletransporte" del mobiliario, sin que al día siguiente falte una sola tacita?

Las tantas noticias y tecnologías maravillosas y bizarras que nos llegan de Japón pueden relegar al segundo plano a esa pirámide de eficiencia naturalizada que es, al fin y al cabo, sobre la que se asienta toda aquella magia.

Y sin embargo, es probable que las mayores sorpresas -y, para los foráneos, las mayores distancias relativas- se hallen en esas bases cotidianas, ordinarias, y no tanto en los robots empáticos o en la realidad aumentada.

La RAE define "Tecnología" como:

1. Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico.
2. Tratado de los términos técnicos.
3. Lenguaje propio de una ciencia o de un arte.
4. Conjunto de los instrumentos y procedimientos industriales de un determinado sector o producto.

Estoy seguro de que si le preguntamos al transeúnte medio, su respuesta se ajustará principalmente a la cuarta acepción, con énfasis en la parte de los instrumentos.

Pero la primera en particular revela que nuestra concepción de "tecnología" es algo estrecha. Que no tiene que ver exclusivamente con metales superconductores, lubricantes o chips, sino que involucra un sentido más amplio de aplicación que incluye a los procesos, estándares y, por qué no, a cualquier secuencia de hábitos que nos sirva para bajar de peso o aquietar la mente. En una palabra, el foco de la palabra "tecnología" se divide entre el instrumento y el aporte humano.

Y he ahí, una vez más, la madre del borrego.