El oportuno título del artículo de Karen Eng en el blog de TED.com –The Jaw-Dropping Promise (and Brain-Twisting Challenge) of Quantum Computing– prepara al lector para lo que es un nuevo viaje a la tierra de lo anti-intuitivo, como suele ser todo lo que se relacione con la cuántica.
En general uno puede aceptar que en el terreno conceptual existan las locuras que uno quiera. Al fin y al cabo, para nuestras menudencias diarias, un fotón tiene tanta tangibilidad y relevancia como un hada, ni hablar de su comportamiento contradictorio.
Pero ¿una computadora? Es algo tan cotidiano que parece increíble. Un salto brusco de un mundo a otro, un vistazo a un continuum oculto del Teseracto. Una pesadilla de Schrödinger.
Absolutamente todo lo que vemos en el espacio informático se basa en el concepto de bit; el ladrillo mínimo e indivisible de la creación digital, que puede tener dos valores discretos.
Lo que se busca ahora es que las partículas respondan a "phenomena" cuánticas tales como la superposición, lo que permitiría convertirse en "bits" capaz de representar ambos estados... a la vez:
La computación cuántica promete mucha más potencia en paquetes mucho más reducidos. Esto funciona así: en una computadora corriente, el soporte físico es un chip, y la información se codifica en bits por medio del sistema binario; un bit es o bien un 1 o un 0. En una computadora cuántica, el soporte físico es un átomo, llamado un qubit, y la mecánica cuántica permite a un átomo ser un 1 y un 0 al mismo tiempo.
Este "simple" truco permitiría superar en poder a cualquier computadora conocida y por conocer en el futuro cercano, si seguimos la curva de la tecnología convencional. El problema no afecta sólo a la capacidad de proceso, sino –curiosamente– al espacio disponible. Como afirma Jonathan Home, del Instituto de Electrónica Cuántica:
"Si un problema supera en apenas un dígito la capacidad de tu supercomputadora actual, vas a necesitar una del doble de tamaño. Eso pronto se vuelve incontrolable".
Eso sí: el nuevo chiche sería muy rápido.
"Gracias a su diseño, una computadora cuántica puede resolver en una semana, o tal vez un día, un problema que a una supercomputadora le llevaría la edad del universo entero".
La nueva ENIAC? |
Volviendo a los qubits. ¿Cómo diantres se manipulan átomos para que se ordenen y formen un circuito previsible? Bueno, congelándolos y arreándolos con un buen láser, por supuesto, porque a esta historia le faltaban más condimentos de ciencia ficción pulp. El problema parece ser que las pruebas de concepto que vienen entusiasmando a los científicos hasta ahora se han limitado a manejar una decena de átomos, y con eso no alcanza:
Una máquina cuántica completamente funcional requiere alrededor de un millón de átomos, y es muy difícil predecir cuándo podremos trabajar con semejantes cantidades.
Pero una de las ventajas de estar en pañales y gateando es que nos permite soñar con un mundo nuevo cuando nos pongamos de pie:
Otra posibilidad es que descubramos una física nueva a medida que vayamos construyendo sistemas más grandes, pero aún no tenemos idea de qué podemos encontrarnos.
Niels Bohr dijo una vez: "Si alguien no queda estupefacto frente a la teoría cuántica, es que no la entendió" |
Yendo al tema de las aplicaciones potenciales de semejante tecnología, el artículo menciona la posibilidad de –finalmente– predecir el clima con precisión, calcular estructuras moleculares... o terminar con cualquier barrera de protección de datos. Esto, claro, es la mala noticia: una herramienta tan poderosa necesariamente va a generar preocupación por sus posibles usos negativos. Pero Home introduce una reflexión muy sabia:
"Es muy probable que destinemos las computadoras cuánticas a usos que aún no hemos siquiera imaginado", afirma Home. Después de todo, las computadoras clásicas fueron creadas para calcular trayectorias de proyectiles y descifrar códigos, no para hacer procesamiento de texto o escribir en un muro de Facebook. "A veces es peligroso limitarse a uno mismo diciendo "yo sé el uso que se le dará a esto".
Hay algo que encuentro fascinante en esto de comenzar a utilizar herramientas cuando apenas entendemos cómo funcionan ellas mismas. Pero una mirada a la historia global de la humanidad revelará que al fin y al cabo es lo que hacemos todos los días cuando abrimos los ojos, extendemos los dedos o creamos vida. Al nivel en que nos comunicamos y actuamos, somos pasajeros involuntarios de un proceso que ya estaba en marcha mucho antes de que siguiera fuéramos un plan, y que empezamos a querer descifrar hace apenas un parpadeo cósmico.
Fuente | ideas.ted.com