Buen motivo para brindar |
En 1994, el físico mexicano Miguel Alcubierre propuso un marco teórico para lo que hasta entonces había sido materia exclusiva de los programas de ciencia ficción, en especial Star Trek/Viaje a las Estrellas: la propulsión warp.
La capacidad warp de la Enterprise era un aspecto fundamental de la serie. Gracias a ella la nave podía viajar a velocidades superiores a la velocidad de la luz, y así visitar los innumerables planetas y sistemas estelares donde Kirk, Spock y Bones vivían sus aventuras. A medida que el programa ganaba popularidad y se reproducía en otros medios, como historietas, libros y merchandising, la sed creciente de los fans por absorber hasta el menor detalle de la vida de sus personajes favoritos y las tecnologías que moldeaban su mundo hizo que muchos de los guionistas de Star Trek se explayaran en mayor o menor medida sobre las características de este viaje FTL (Faster Than Light) ficticio, hasta el punto de describir las igualmente ficticias ecuaciones matemáticas que lo hacían posible.
Miguel Alcubierre |
(Nótese que el efecto warp no debe ser confundido con el concepto de "híperespacio" empleado por Star Wars y otras, de bases completamente distintas).
No debe sorprender si todo lo anterior suena demasiado a ciencia ficción, pero veamos qué dijo el viernes pasado (14 de septiembre) Harold White, un científico del Johnson Space Center de la NASA, durante un simposio sobre viaje interestelar:
"Hay esperanza".
Lo cierto es que los científicos parecen mirar con simpatía la teoría de Alcubierre, salvo que las condiciones prácticas para garantizar viabilidad son inimaginables: la mínima inversión energética que se requeriría para un viaje de estas características equivale a la energía-masa del planeta Júpiter.
Un montón, y eso sin contar otros factores como la radiación de Hawking o el requerimiento de materia exótica. Pero hay buenas noticias.
Recientemente, White calculó qué sucedería si la forma del anillo plano que rodea la astronave se ajustara más a la de una dona redondeada. En ese caso, descubrió, el motor warp podría ser impulsado por una masa del tamaño de la sonda Voyager 1, lanzada por la NASA en 1977.
Y si la intensidad de los warps espaciales pudiera oscilar a lo largo del tiempo, la energía requerida se reduciría aún más.
"Los descubrimientos que presento hoy cambian la situación de impráctica a plausible y digna de merecer más investigación", dijo White a SPACE.com.
Modelo que ilustra la teoría de Alcubierre. La nave, con forma de pelota de rugby, va en el centro. |
Es muy probable que no lo veamos nosotros, pero tal vez algún bisnieto pueda tomarse un taxi algún día y decir, como Kirk, "lléveme a la segunda estrella a la derecha"
Via: Space.com
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