¿Cuánto por un clip? |
El éxito increíble del emprendimiento (el resultado final puede verse aquí) le abrió los ojos a muchos con respecto al poder de Internet y, sobre todo, para mí, al de la ingenuity (*)
Me gustan particularmente las historias en las que una idea sencilla y de bajo costo -básicamente al alcance de todos- termina con éxito. Es el caso de Kyle MacDonald, un bloguero canadiense que un día decidió empezar un juego con una inversión muy baja - un simple clip de oficina - y ver si podía iniciar una serie de canjes que terminaran convirtiéndolo en dueño de una casa. O una isla. O una isla con una casa, como explica en su sitio www.oneredpaperclip.com:
El 12 de julio de 2005 publiqué una foto de un clip rojo en mi blog y en la sección de canjes de Craigslist, preguntando si alguien quería cambiármelo por algo más grande o mejor. Unos días más tarde intercambié el clip por una lapicera con forma de pez. Después cambié la lapicera por la perilla de una puerta. Y así seguí, canjeando cada objeto por algo más grande o mejor. Tras 14 canjes, había obtenido una casa ubicada en 503 Main Street, en Kipling Saskatchewan.
Uno de los bonus que Kyle ofrecía a quienes aceptaran las condiciones del canje era que él personalmente acudiría a efectivizarlo, allí donde vivieran los interesados. Y eso hizo, a veces en su van acompañado por su familia entera, como describe en su blog: http://oneredpaperclip.blogspot.com.ar/. Recomiendo leerlo y navegar la historia de cada canje: esta fantástica aventura está narrada con mucho humor (por supuesto!) y documentado con fotos. Nada más con ver las fotos alcanza para darse una idea, pero la narrativa y los datos de cómo el juego fue creciendo y ganándole fans son impagables.
Los canjes incluyeron generadores eléctricos, barriles de cerveza, camionetas, viajes en avión y ¡una tarde con Alice Cooper! Siendo Internet lo que es, la noticia del experimento de Kyle corrió como pólvora y le trajo cada vez más exposición y fama. Con el éxito final, recibió las llaves de la ciudad, visitó programas de TV en Japón, escribió un libro. Y por supuesto, está la casa. Hoy trabaja como motivational speaker (claro!).
No me extraña que algunos de los comentaristas del blog pregunten por el destino final del clip rojo. ¿Tal vez querrían usarlo como fetiche de buena suerte, una pata de conejo de la era digital? Más interesante me parece la idea de mantener el clip andando por el mundo, sin que nadie lo posea nunca; que circule y empiece nuevas cadenas de canjes allí donde caiga.
Una idea trivial, casi un juego de niños, que lleva a resultados increíbles y concretos, más allá de la obvia ayuda de los medios que difundieron el proyecto. Maravilloso en sí mismo, aunque claro, no habría bastado con el clip, ni siquiera con la idea. Toda la cadena de canjes tuvo que estar lubricada con una buena onda a toda prueba de parte de todos los involucrados. De hecho, muchos de los canjes de Kyle parecieron ir en su detrimento, y beneficiar a su contraparte. Por eso la historia deja un sabor tan dulce. No sería la primera vez que un juego de niños saca lo mejor de los adultos.
Kyle MacDonald (derecha) aceptando un globo de vidrio de KISS a cambio de una tarde con Alice Cooper (una movida que mortificó a muchos fans que temieron por su sanidad mental) |
(*) La palabra inglesa ingenuity (ingenio, inventiva, asociada con creatividad y espontaneidad) es un falso cognado; es decir, una palabra que se asemeja a otra de nuestro idioma, pero con la cual no guarda relación. En este caso, la palabra sería ingenuidad. Me tomo la licencia de incorporar ambos sentidos al término pues me parece a mí que la idea de MacDonald tiene mucho de ingenio y de ingenuidad sana.
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